Rompiendo el círculo del dolor, por Alan Gordon LCSW

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Una foto de Alan Gordon
Alan Gordon LCSW

Este artículo es para aquellos de ustedes que han tenido el siguiente pensamiento: “he tratado todo para ver mi dolor como algo psicológico, he trabajado con algunas de las emociones que pudieron haberle dado origen … entonces …. ¿Por qué no desaparece mi dolor?

Hay una respuesta corta y una respuesta larga para esto.

Voy a comenzar con la respuesta corta. El dolor de tipo PPD (psico-fisiológico) tiene el propósito subyacente de generar preocupación. La preocupación refuerza el dolor y con ello, perpetúa el ciclo del dolor.

A menos que usted lea tratados sobre teorías de psicología conductual en su tiempo libre, probablemente esto no significa mucho. Pero aquí está la clave: la forma de eliminar o reducir significativamente su dolor es romper este ciclo de reforzamiento.

Si usted se empeña en hacerlo, puedo asegurarle que sucederán dos cosas: 1.) Existe una buena probabilidad de que usted se libere de sus síntomas, y 2.) Es realmente difícil.

Comenzaré exponiéndole unos cuantos ejemplos acerca de la forma en que funciona este proceso de reforzamiento.

Si usted le da comida a una rata cada vez que corre sobre su rueda, usted está reforzando ese comportamiento. La rata pensará: “cada vez que corro en la rueda, obtengo comida. La comida es buena. Voy a correr en la rueda un poco más.”

Este mecanismo también funciona con las personas. Si usted le da un confite a un niño pequeño cada vez que tiene una rabieta usted está reforzando el comportamiento de tener rabietas. El niño aprende: “si hago una rabieta, recibo confites”. Y entonces, este comportamiento continuará.

Esto mismo ocurre con su dolor. Aunque usted no lo sospeche, su dolor está siendo reforzado muchas veces al día. Y como un berrinche en un niño, si el comportamiento es reforzado, continuará.

Entonces la pregunta es ¿cómo es que el dolor está siendo reforzado? ¿Cuál es la causa de ese reforzamiento?

Debido a que (al menos en la mayoría de los casos) el propósito del dolor es el de ocuparlo o distraerlo a usted de sus emociones dolorosas, cualquier situación que genere preocupación sirve justamente para reforzar el dolor.

Existen dos mecanismos principales de escape ante la preocupación: el temor y la atención. Su mente generó el dolor originalmente en un intento para preocuparlo. Cada vez que usted se siente atemorizado por sus síntomas físicos, y cada vez que usted les pone atención, el dolor está siendo reforzado.

Todo esto ocurre a nivel inconsciente, así que por favor no lo tome en su contra, responsabilizándose de perpetuar su dolor. Usted no es más responsable de sus procesos inconscientes que de soñar que pierde un diente, o que se presenta desnudo a la escuela.

Temor y atención. Éstas dos emociones son el combustible para su dolor.

La mayoría de ustedes posiblemente han tenido los siguientes pensamientos en algún punto:
“¿Cesará alguna vez este dolor?”
“¿Recuerda que maravillosa era la vida antes de que este dolor comenzara?”
“¿Tengo hoy más o menos dolor que ayer?”

Cada vez que usted piensa sobre su dolor, se siente frustrado por él, lo monitorea, o simplemente lamenta su existencia, la parte de su mente que creó el dolor está obteniendo exactamente lo que desea: preocupación. Usted está completa e inequívocamente preocupado. Su mente se concentra en el dolor 20 o 50 o 100 veces por día. Usted ve cómo evoluciona, usted le teme, usted piensa en el dolor, usted se pregunta si utilizar aquellos zapatos lo lastimará, o si la fiesta a la que asistirá tiene sillas cómodas, y piensa cómo siquiera tendrá niños si no puede levantarlos… Su mente se convierte en una máquina incansable que va de pensamiento en pensamiento, y de temor en temor con un único centro de atención: su dolor.

Y cuando su mente se ha ocupado del dolor tantas veces por tantos días, semanas o años, que se ha convertido en un hábito. Y los hábitos son difíciles de erradicar. Pero usted puede hacerlo y cuando lo haga…. cuando elimine la fuente de combustible que alimenta el dolor, éste perderá su poder. Exactamente de la misma manera que cuando un vehículo se queda sin combustible… eventualmente se detendrá.

En la película “el Mago de Oz”, Dorothy y sus amigos estaban aterrorizados por el mago todopoderoso. Pero tan pronto Toto jaló la cortina, y ellos se dieron cuenta de que el Mago es sólo un hombre, este perdió todo su poder sobre los personajes.

Le invito a jalar esa cortina. Descubra lo que está tramando su propia mente. Cuán desesperado y persistente, además de astuto es el mecanismo de tenerlo concentrado en su dolor con miedos y preocupaciones. Reconozca que el objetivo último es aterrorizarlo o frustrarlo, preocuparlo de alguna manera. Y conscientemente, elija no caer en esos pensamientos. Quíteles su poder.

He oído a monjes budistas hacer la siguiente analogía: un pensamiento es como un tren saliendo de la estación. Usted puede elegir ir a bordo del tren y permitirle que lo lleve a otro lugar, o quedarse en la estación y ver cómo pasa el tren frente a usted. Observe estos pensamientos asociados al dolor cuando vienen a usted. Estos pensamientos son la forma en que su mente trata de mantenerlo temeroso y ocupado por su dolor. Reconozca que esos pensamientos están tratando de empujarlo a bordo y de un paso atrás; incluso ríase de ellos y de cuan astutos son.

Cuando usted no se deje llevar más por estos pensamientos y temores, usted estará cortando el mecanismo mediante el cual el dolor es reforzado. Y cuando usted deja de reforzar un comportamiento, el comportamiento pierde su propósito.

Mencioné anteriormente que lograrlo es difícil; en alguna forma, es como ir contra del propio ser, dado el gran poder que tiene el dolor sobre la persona que lo sufre. Es un proceso de re aprendizaje, que toma tiempo y requiere práctica.

Quiero enfatizar que no estoy invitándolo a que ignore el dolor. El dolor en sí mismo no es el problema. Las emociones, los temores y las frustraciones generadas por el dolor son lo que lo está distrayendo de sus emociones dolorosas. El dolor es simplemente el medio para lograr el fin.

He tenido clientes que me dicen que cuando dejan de ser indulgentes con sus pensamientos acerca del dolor, de alguna forma se vuelven un poco indiferentes hacia sus padecimientos. Por supuesto que el dolor no desaparece, pero sin todo el miedo y la frustración que lo rodea, el dolor pierde mucho de su poder.

Cuando usted alcance ese punto cercano a la indiferencia, el dolor ya no sirve más a su propósito y eventualmente perderá intensidad. No es fácil volverse indiferente hacia algo que le afecta tanto, y no es algo que pueda ser logrado de la noche a la mañana. Pero si logra quitarle el poder a su dolor poco a poco, es muy probable que vea mejoras incrementales que facilitarán continuar el proceso.

Quiero añadir dos advertencias:

1.) Existe un fenómeno de comportamiento común. Cuando usted deja de reforzar una conducta, esta no siempre se detiene; en las fases iniciales, puede más bien aumentar. Cuando le deja de dar comida a la rata que corre sobre la rueda, la rata tenderá inicialmente, más bien a correr más rápido y con más intensidad… antes de dejar de correr. A nadie le gusta deshacerse de un comportamiento que está funcionando por lo que hay un poco de resistencia cuando el reforzamiento es suprimido.

¿Cómo se relaciona esto con el dolor? A menudo, cuando usted elimina el agente que refuerza el dolor (temor, atención, etcétera), el dolor puede empeorar antes que mejorar. A la mente no le gusta perder un mecanismo de defensa, tal y como al niño no le gusta perder el mecanismo que lo hace ganar confites. Entonces, tenga en mente que si usted detiene el mecanismo de reforzar el dolor y éste empeora, es normal. No tenga pánico, solo significa que va por el camino correcto.

2.) Aunque hasta este punto me he concentrado más en explicar cómo debe responder ante el dolor, no quiero minimizar la importancia de trabajar en resolver las emociones dolorosas que son el verdadero origen. Frecuentemente, si usted no trabaja en esas emociones, puede surgir un nuevo síntoma que le generará preocupación nuevamente.

Una de las razones por las cuales es tan difícil romper el ciclo del dolor, es que los pensamientos relacionados al temor son muy persistentes. Usted también debe serlo!

Hay una historia que le cuento frecuentemente a mis clientes y que refleja bien la importancia de esto. A final de los años 70 Bob Marley tenía planeado un evento por la paz en Jamaica. Dos días antes del evento un hombre desconocido le disparó, pero pese sus heridas él se presentó en el evento y tocó por 90 minutos. Cuando más tarde le preguntaron por qué no faltó al evento. Entones, él replicó: “las personas que están tratando de que el mundo sea peor no toman ningún día libre. ¿Cómo podría hacerlo yo?”

Sus pensamientos y temores acerca del dolor no tomarán ningún día libre. ¿Cómo podría usted? Sea disciplinado, sea persistente, comprométase a jalar la cortina que cubre esos pensamientos, y rompa el patrón que lo refuerza. Cuando usted le quite el poder al dolor, es un comportamiento sin propósito. Y sus días están contados.


Alan Gordon es un psicoterapeuta que trabaja en California y está especializado en el tratamiento del dolor crónico. El tiene amplia experiencia trabajando con pacientes de SMT que sufren de dolor de espalda, de cuello, de lesiones repetitivas, fibromialgia, peritonitis, dolor pélvico, dolores de cabeza crónicos y otros desórdenes asociados al dolor. Alan es Director Ejecutivo del Centro Sobre la Psicología del Dolor en Los Ángeles y también es miembro de la junta directiva de la Asociación para el Tratamiento de Desórdenes Psico Fisiológicos (Psychophysiological Disorders Association, PPDA). Fue coorganizador en el 2013 de un entrenamiento para el tratamiento de desórdenes mente - cuerpo en Los Ángeles y también presidió el Comité organizador de la Conferencia sobre mente - cuerpo en Los Ángeles, en 2010.


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